jueves, 19 de enero de 2017

CNT Andalucía



CNT Andalucía

Las marchas de la Dignidad han supuesto un antes y un después en las movilizaciones que se han sucedido en el Estado Español en los últimos años. Sacar a la calle, a millones de personas, al margen de los sindicatos CCOO y UGT, ha sido un momento en nuestra historia reciente a valorar muy positivamente. Un punto de inflexión que no se ha sabido aprovechar pues pensamos que esa movilización no se ha podido transformar en la consecución de unas reivindicaciones concretas.

Quizás, el primer punto a valorar es que, puede ser posible llevar a la calle a un millón de personas un día del año, pero es difícil, complejo y requiere tiempo y organización el conseguir que esto de lugar a una capacidad de lucha y de conquista de derechos, aunque en los tiempos que corren, más bien debemos en primer lugar, como todos sabemos, defender los que hemos perdido.

Y para conseguir este cambio necesitamos marcarnos unos objetivos concretos como por ejemplo, la derogación de la Reforma Laboral, y quizás no de la última, sino de las que se han sucedido en los últimos 15 años, o el reparto del trabajo como fórmula contra el paro y por la redistribución de la riqueza, con la instauración de la jornada semanal de 30 horas de trabajo sin reducción salarial. Estos objetivos deberían planificarse, a corto y medio plazo.

Por otro lado, tenemos que resaltar como idea principal que planteamos que la movilización por la movilización no va a hacer que consigamos nuestras reivindicaciones. Una de las críticas a las movilizaciones de los años recientes, desde el 15M, es que en algunos casos se confiaba únicamente en la movilización para conseguir las demandas, y hemos visto como los gobiernos de turno, no sólo aquí sino también en otros países no ceden a la asistencia masiva de gente a la calle. Ejemplo extremo es el de Grecia; un caso particular a reflexionar, pues si vamos a plantear en nuestra ponencia la huelga general como necesaria y arma fundamental para conseguir objetivos, tenemos que recordar que en Grecia se han hecho numerosas huelgas en los últimos años, bastantes de 48 horas, y ello no ha conllevado el freno de los brutales recortes de derechos que allí se suceden.

Entonces, habrá que repensar la huelga, si es de un día, de dos o de tres, o por ejemplo si se puede convocar de forma indefinida en sectores estratégicos tal y como se hizo en las refinerías francesas en 2010 y en 2016, contra el recorte de las pensiones y la Ley del Trabajo respectivamente. O se puede acompañar de huelga de consumo, u otras fórmulas de ataque a los beneficios económicos con eficacia, de forma que supongan un daño certero a la línea de flotación del capitalismo y a partir de ahí se consigan reivindicaciones.

Una campaña de lucha a medio camino entre la movilización y la huelga que puede ponerse en marcha tras las movilizaciones del 28 Febrero es el boicot a una marca en concreto que por sus características de explotación laboral, poder económico, influencia política y/o importancia en la desigualdad de género o social.

De todo esto vamos a hablar en esta ponencia, junto a la importancia de la lucha contra la subcontratación, la privatización y por el carácter público de muchos servicios. Tanto esta como la reivindicación de la reducción de la jornada laboral sin reducción salarial, a 30 horas, además de otras medidas de creación de empleo mediante el reparto del trabajo (reducción de la edad de jubilación, etc.) la incluimos como desarrollo y contenido de los lemas que exigimos en las Marchas de la Dignidad desde su inicio: “Pan, techo, trabajo y dignidad”. Claro está, dentro del tercero, “trabajo”.

De la misma forma, la lucha por la derogación de las reformas laborales, o en positivo por un nuevo conjunto de derechos laborales para todos y todas, y la lucha por la subida del salario mínimo a nivel general, y sectorial en los sectores más precarios.

Apuntes para ir construyendo entre todos un movimiento capaz de ilusionar a buena parte de la sociedad, sobre todo, aquella se ve abocada a la pobreza y la precariedad, que ve recortados sus derechos en todos los ámbitos o que sufre la violencia patriarcal.

A modo de conclusión, y para contestar la pregunta que aparece en cabecera, pensamos que las marchas deben caminar a conseguir objetivos concretos, como hemos expuesto, y que para ello debe poner en marcha fórmulas que todavía no han tenido práctica y desarrollo en el Estado Español.


NUTRIR DE CONTENIDO LOS LEMAS Y REIVINDACIONES DE LAS MARCHAS: PAN, TECHO, TRABAJO Y DIGNIDAD

En este apartado, vamos a hacer dos propuestas en torno al aspecto que más cercano a nuestra organización, como es el mundo laboral.  La primera es la reivindicación de las 30 horas sin reducción salarias como campaña contra el paro y por el reparto del trabajo y la riqueza, y la segunda es la lucha contra la subcontratación y la privatización en el sector público.


Reivindicación de la jornada de 30 horas semanales sin reducción salarial.


El sistema socioeconómico y cultural vigente nos impone ciertos valores y ejerce una manipulación continua sobre la forma en que pensamos, conduciendo a la aceptación de algunas prácticas que chocan de pleno con el derecho básico de pensar de forma crítica y autónoma.

La esclavitud moderna consiste en que atendemos sin reflexión previa a una serie de rutinas familiares, laborales y sociales. En este día a día frenético, se nos anula la capacidad para tomar la iniciativa ante cuestiones sumamente importantes entre ellas la de recapacitar si nos convertimos en esclavos en manos de este sistema capitalista. Que se nos olvide y que se nos quite de la cabeza que ya no trabajamos para vivir sino que vivimos para trabajar.

Desde CNT proponemos una medida muy concreta para paliar junto con otras en su conjunto, los efectos de los que venimos haciendo referencia. En este caso nos referimos a la reducción de jornada laboral a 30 horas semanales, sin recortes salariales oponiéndonos así a la flexibilización del mercado de trabajo que reduce costes laborales como única forma de futuro crecimiento económico par repartir la riqueza mediante la creación de futuro empleo, propuesta tradicional de liberales y conservadores.

Con esta medida pretendemos establecer y reavivar un marco de discusión para reducir el desempleo estudiando los factores económicos necesarios para avanzar en su concreción y así callar las objeciones tanto del gobierno como de la patronal, y rebatir sus argumentos.

Como primer objetivo protegeremos del impacto que la crisis crea en la clase trabajadora. Es preciso tener en cuenta que el capitalismo destruya mas empleo durante las crisis que durante sus recuperaciones. En el año 1929, en tan solo tres días, 100.000 trabajadores fueron despedidos y en esta ultima crisis que aun continua en el año 2012, del orden de 800.000 puestos de trabajo fueron destruidos. Asimismo esta medida permite reforzar la cohesión y conciencia de clase al caminar hacia recomponer la fractura que impone el sistema entre empleados y desempleados.

Tampoco se puede eludir de este debate la creciente mecanización y robotización consecuencia de la aplicación práctica de los avances tecnológicos al mundo del trabajo que hace que cada vez sea menos necesaria la mano de obra en los tajos. Los ejemplos son múltiples: gasolineras sin personal, vehículos de recogida de basura sin peones de recogida, crecientes operaciones a través de cajeros automáticos, mecanización del campo etc. A todo esto hay que añadir la deslocalización de empresas a países con legislaciones laborales más precarias.

Por otro lado como segundo objetivo tenemos la posibilidad de repartir la poca riqueza de la que aun no se ha apoderado este sistema de gobierno corrupto que a muchos discrimina y a pocos convence. Negarse a reducir los salarios implica que la financiación de la medida irá a cargo de la patronal con los beneficios pasados y/o presentes. 

Resaltemos que durante los comienzos de la crisis el liberalismo económico clásico tiende a adoptar las típicas recetas:

              Reducción del gasto publico.
              Restricción de los créditos.
              Disminución de los gastos sociales y de los salarios.
              Disminución de las importaciones.

Nuestro tercer objetivo es forzar escenarios para promover una gestión cooperativa y autogestionada que a su vez cree  nuevos paradigmas y nuevos modelos sociales basados en el apoyo mutuo y la solidaridad donde el control del tiempo de trabajo, de la renta y de la inversión -entre otros aspectos- esté en manos de la clase trabajadora desplazando a la empresa capitalista, que minimiza la posibilidad y ahoga posibles competencias a las grandes fortunas, marginando a los pequeños comerciantes.

Pueden existir otros objetivos que no estén solo vinculados con la propiedad, la renta y el empleo, como pueden ser una mejor gestión del tiempo para las relaciones sociales, para el contacto y cuidados de la familia (con una redistribución equitativa por género entre trabajo productivo y reproductivo) o también más tiempo para el trabajo comunitario. Asimismo, una reducción y reorganización de los tiempos de trabajo puede tener efectos positivos en aspectos ecológicos si se ajusta el gasto energético o el nivel de producción y consumo.

Dicho esto, esta ponencia va a acotar el debate de la reducción de jornada de laboral para el reparto del empleo, sin olvidar que existe una estrecha relación entre el trabajo productivo, reproductivo y el comunitario. Es pues en este equilibrio, donde la reducción de la jornada laboral y el reparto del empleo, condiciona de forma más general el reparto del trabajo entendido en su forma completa (tanto productivo -mercantil-, reproductivo -doméstico y de cuidados- y comunitario -militante-).
Formas de reducción de jornada laboral y reparto del empleo.

Dentro de las propuestas de reducción de jornada laboral para repartir el empleo existen tres variantes: con reducción proporcional de salario, con reducción parcial de salario o sin reducción de salario. Analicemos las implicaciones y significados de dichas opciones:
              La primera opción es la reducción de jornada y correspondiente reducción de salario. Esta propuesta la desarrolló la CNT durante la crisis económica de los años 30, lo que en su momento se defendía como reparto del trabajo, como una respuesta temporal a la situación particular de las empresas en crisis con gran caída de la demanda.
              La otra segunda opción es la reducción de jornada y reducción parcial de salario. Esta reducción de salario puede ser mayor para los salarios más altos y menor o nula para los salarios más bajos.
              Por último la tercera fórmula sería una reducción de jornada sin reducción de salario. Esta medida supondría una presión sobre las cuentas de resultados de las empresas para lo que deberían revertir los beneficios distribuidos en épocas anteriores para sostener el empleo, si no es suficiente con ajustar otros costes o la estructura salarial de la dirección.

Vías para la reducción de jornada laboral y reparto del empleo

La forma para implementar una política de reducción de jornada laboral para el reparto del empleo no es única y por eso mismo tendrá diferentes implicaciones. Por un lado tenemos una intervención sindical en la política económica de forma que se aplique por ley. Esto puede significar que exista un periodo para su entrada en vigor, con una definición de su aplicación según el tamaño de la empresa, con obligatoriedad de negociación sindical en su aplicación, con implementación o no de ayudas del Estado sujetas a la creación neta de puestos de trabajo, con reducción o no de salarios, etc. Asimismo podría contemplar la modificación en paralelo de la regulación del trabajo a tiempo parcial para limitarlo, las horas extras para eliminarlas, la distribución irregular de jornada y trabajo a turnos, etc. Una alternativa a la aplicación por ley es que se de una consecución de un acuerdo marco o que se introduzca en la negociación de convenios colectivos sectoriales. Por último se puede promover -o consolidar- desde la negociación colectiva de empresa.

A modo de conclusión.
La propuesta de reducción de jornada laboral y reparto del empleo (sin reducción salarial o con ella) supone una medida para frenar el incremento del desempleo e incluso para crear empleo, a la vez que es un mecanismo para un reparto de riqueza aplicado al sistema productivo. La reducción de la jornada laboral, ya sea defensiva (con reducción salarial) u ofensiva en aquellas empresas donde sea posible (sin reducción salarial), no resuelve por si sola a corto y medio plazo el problema estructural del desempleo y la pobreza, aunque permite caminar en su implementación en un mayor control en las empresas. Asimismo la propuesta deja abierta la cuestión de su complementariedad o no con otras medidas de generación de actividad económica y de control de las rentas del capital financiero para reforzar dicha actividad.
Es necesario un análisis detallado de todos los factores que intervienen para promover propuestas concretas, rebatir los ataques argumentales de la patronal y el gobierno, e implementar dichas medidas en las empresas y administraciones de forma que el impacto sea máximo para los intereses de las clases trabajadoras (en renta y empleo). Los impactos concretos de la aplicación de dicha medida van a depender de muchos factores y en cualquier caso los propios límites del capitalismo (productivos, financieros, ecológicos) suponen que las crisis se van a suceder de forma que se hará necesario aplicar y justificar sucesivamente medidas para paliar los impactos negativos sobre las poblaciones a la par que caminar hacia una transformación social de cariz comunista libertaria.
CNT aporta con esta ponencia una parte fundamental de los gravísimos problemas de fondo que sufre nuestra sociedad. El trabajo dejó hace tiempo de garantizar una vida digna, y ni siquiera los que acceden al mercado laboral, se encuentran protegidos de los efectos adversos que el capitalismo en su conjunto produce. Desde las Marchas de la Dignidad esta medida se debe enfocar como otras tantas sin vacilación  y enmarcarla en el campo del trabajo, del desarrollo, de la concienciación de la existencia de una lucha de clases incesante y del aglutinamiento de fuerzas contra el gobierno opresor y la patronal. Buscando la derogación de la reforma laboral como exigencia imperativa para acabar con el paro estructural que se arraiga en nuestra sociedad con el único fin de disciplinarnos y de que aceptemos condiciones de vida cada vez más precarias, dejar de externalizar los servicios de la Junta, etc. y en caso contrario a nuestras exigencias y reivindicaciones buscar fuerzas sociales y sindicales con proyectos que caminen juntos hacia la huelga general.

Lucha contra la subcontratación, la privatización y el carácter público de muchos servicios.

Y en algunos sectores concretos:

 - Sector de la Limpieza: En la inmensa mayoría del sector público, los servicios de limpieza están subcontratados con empresas específicas de limpieza o con grandes multinacionales. Casi en la misma situación están los servicios de limpieza viaria de las grandes ciudades. La subcontratación ocasiona para las trabajadoras afectadas una enorme pérdida de derechos laborales y de salarios, teniendo en cuenta la situación en la que estarían si estuvieran contratadas por las empresas para las que realmente trabajan y no por un intermediario. Las administraciones se aprovechan de esta situación en la que los servicios se adjudican a la baja, por lo que los salarios de estas personas están en constante retroceso. Es un sector, además, en el que la presencia de la mujer es masiva. Creemos que sería de gran interés hacer un mapeo de las empresas por ciudades y por servicios, teniendo en cuenta los niveles salariales y de derechos.
           
- Sector de los Servicios Sociales: En la misma situación se encuentran los servicios de ayuda a domicilio, comedores, atención a discapacitados, trabajo social, etc es un sector que emplea a una gran cantidad de trabajadoras y en el que los niveles de explotación y de precariedad laboral son insultantes. De nuevo se repite este mal endémico de nuestra sociedad en el que mujer y precariedad laboral parecen unidas, como consecuencia de unos salarios de miseria y unos derechos laborales constantemente a la baja.

Son solo algunos, la lista de sectores privatizados es larga.

Creemos que la lucha contra la subcontratación y las privatizaciones, defendiendo la reversión de los privatizado, es absolutamente necesaria, tanto para exigir a las empresas unos salarios y condiciones dignas de trabajo como para sacar a la luz la responsabilidad oculta de la administración en esta explotación tolerada y silenciada. Además esta lucha puede plantearse otros objetivos más amplios: conseguir legalmente que no se pueda utilizar la subcontratación como una forma de precarizar el empleo en determinados sectores; o reivindicar de que la administración exija a la empresas adjudicatarias de las subcontrataciones unos mínimos salariales equivalentes a los de los trabajadores del sector público.

UNA VICTORIA POSIBLE: CAMPAÑA DE BOICOT A UNA MARCA O EMPRESA REPRESENTATIVA.

“Ya huele a Navidad. Las ciudades se han vestido de fiesta y lucen con orgullo sus mejores adornos mientras las calles se abarrotan de gente con ganas de pasear y, lo que da alas a la esperanza, consumir.”
Diario Sur, diciembre de 2016

En el mundo globalizado que sufrimos al estado español le ha tocado en suerte una economía terciarizada en galopante precarización. El mensaje oficial trata de convencernos del supuesto final de la crisis económica, empujándonos a un consumo salvaje unido a un nuevo ciclo de endeudamiento de las clases medias y desheredadas. Durante diciembre hemos visto ríos infinitos de personas comprando en las grandes avenidas, centros comerciales y callejas de los centros (comerciales también) de las ciudades andaluzas.

No obstante esto, la ilusión de esta burda pero efectiva prestidigitación comenzará a evaporarse irremisiblemente porque lo peor del ciclo económico regresivo probablemente está por llegar. El escenario resultante de la próxima debacle económica, donde el descontento será soberano, no nos será favorable por sí mismo, antes al contrario: o trabajamos porque nuestra opción sea aceptada y estemos en condiciones de aprovechar la oportunidad de cambio que se presentará u otros planteamientos promovidos por grupos de sobra conocidos acabarán imponiéndose.

Ante esto, cabe preguntarse ¿qué podemos hacer?, ¿Qué elementos somos capaces de contraponer al rodillo del capitalismo globalizado?, ¿Tenemos fuerza transformadora suficiente o estamos contra la pared defendiendo el mínimo espacio que nos han dejado?

La disparidad de fuerzas es tan grande que se puede constatar que, incluso entre las personas más militantes, hay un trasfondo de resignación ante la imposibilidad del cambio revolucionario. Y esto a pesar de que somos plenamente conscientes de los innumerable casos concretos (pero aislados) de resistencia efectiva y aún más, de ofensivas victoriosas contra el sistema.

Necesitamos una acción que revierta la situación y nos devuelva la ilusión en nuestra capacidad transformadora, en nuestro poder colectivo. Necesitamos, a partir de esa acción, acercarnos a las clases más desfavorecidas que, a pesar de la alienación que sufren, siguen siendo el único cuerpo social que puede enfrentarse al sistema capitalista con alguna esperanza de éxito revolucionario. Una acción (ofensiva) es tanto más efectiva cuando se ha fijado un objetivo claro, preciso, visible.

Tomar la iniciativa requiere ser consciente de la fuerza con que se cuenta. Cuando las personas dispuestas a la lucha son suficientes es ilegítimo pensar en acciones pequeñas que supongan éxitos reducidos. En caso contrario, con efectivos escasos (pero suficientes), cobra sentido pensar en focalizar la lucha en un punto concreto. Hay que elegir un objetivo determinado que sea bien representativo del sistema capitalista.

Simplificando mucho, si la economía se fundamenta principalmente en el adoctrinamiento para el consumo de bienes y servicios, y en una precarización constante de las condiciones laborales de las personas trabajadoras, está justificado que el objetivo al que atacar reúna al menos estas dos condiciones: ser un centro de consumo y practicar la precarización de su personal. Cualquier gran superficie comercial es susceptible de ser fijada como objetivo.

La acción debe suponer un descenso del consumo en esa empresa y el fin de su buena imagen pública, mostrándola tan responsable como es de la explotación tanto en España como fuera de ella, la vulneración de derechos laborales y sindicales,  el fomento y mantenimiento de los valores patriarcales o la destrucción del medio ambiente.

Como empresas destacadas, podríamos pensar en Mercadona o Inditex, pero creemos que la empresa que cumple mejor estas características es El Corte Inglés. Por su responsabilidad en 2013, en el derrumbe del edificio Rana Plaza en Bangladesh que supuso la muerte de cerca de 1200 personas  y miles de heridos/as. Unido a la brutal explotación laboral en estos países productores, así como en el estado español. Aquí no solamente la sufren los/as trabajadores/as de la empresa y subcontratas, sino también de forma escandalosa y esclavista las personas encarceladas que producen para El Corte Ingles por menos de 200€ mensuales.  

Además, su política laboral represiva y de acoso a los/as trabajadores/as usando sus dos sindicatos amarillos FETICO y FASGA como medio de control, y sus campañas machistas como la del vídeo de San Valentín o las camisetas para bebés en las que se podía leer “Inteligente como papá”, “Bonita como mámá”.  Así como la vinculación por parte de sus dueños con la ultraderecha española – Dimas Gimeno fue candidato por la falange - y su papel como parte de la patronal en la aprobación de las distintas reformas que han rebajado enormemente nuestros derechos como trabajadores/as.

La campaña que concretaríamos entre todos/as, tendría una duración estimada de unos 6 meses. Y pasaría por realizar concentraciones y tareas de información a clientes a las puertas de los centros de la empresa, se articularía elaborando una adecuada propaganda (octavillas, carcelería, dossier informativo), dando mucha importancia a las redes sociales (twitter) que tanto daño pueden hacer a las empresas hoy día, que tendría como objetivo un descenso del consumo de esa marca en el Estado Español, unido a la consecución de ciertas reivindicaciones con respecto a las responsabilidades y perjuicios sociales que ejecutan.  Es en este último punto donde habría que incluir a los/as trabajadores/as de la empresa, para evitar que sientan que la campaña va en contra de sus intereses, lo cuál no es difícil con la mentalidad corporativista que tiene parte de la clase trabajadora hoy día y que precisamente las empresas que señalamos se han encargado de fraguar.  Esta adhesión, podría pasar por exigir mejoras concretas y/o simbólicas para los/as trabajadores/as de esta empresa, fruto del trabajo conjunto con aquellas secciones sindicales que desde dentro de la empresa se enfrenten a ella.


HUELGAS y HUELGA GENERAL

Todo esto supondría trabajar coordinadamente con los conflictos laborales en marcha o que puedan surgir, por parte de las organizaciones sindicales que ya trabajan en el marco de la Marchas o con las que nos pudiéramos solidarizar y coordinar.

Creemos que dentro del calendario de movilizaciones, se deberían incluir convocatorias en este sentido, además de incorporarse al discurso de las más genéricas.

El objetivo sería crear un ambiente social de denuncia y de conciencia con algunos de los problemas directos con los que nos encontramos la clase trabajadora. Dar acompañamiento, apoyo y proyección social a la conflictividad laboral, y promover el uso de la huelga como herramienta, llevándola más allá del ámbito laboral, en aquellas empresas, sectores o territorios dónde sean posibles.

Y en ese sentido, podrían constituir también la antesala idónea para la convocatoria de una huelga general. Creemos que el altavoz que proporciona una convocatoria de huelga general es uno de los más potentes de que disponemos para acercarnos a esa revitalización de la que hablábamos. No obstante, son evidentes las dificultades que tendría una convocatoria de este tipo, de ahí que el debate que proponemos tenga que ser profundo y sosegado.

Porque, una huelga general no es un acto más de propaganda, sino que tiene un significado muy especial que hay que contribuir a mantener y no a trivializar. Por eso, aún a expensas de ese debate, queremos apuntar algunas de las características de esta huelga de la que hablamos:

- Reivindicaciones: Las reivindicaciones concretas de la huelga general deberían surgir en el debate poniendo en relación las campañas desarrolladas con el resto de los ejes de las Marchas (pan, trabajo, techo, dignidad).

- Esfuerzo: Debemos ser conscientes del esfuerzo organizativo que requiere una convocatoria de este tipo. La preparación de una huelga general debe acompañarse de un trabajo propagandístico muy intenso, creciente en el tiempo y por supuesto, decidido.

Hemos de “obligar” a los medios de comunicación a hacerse eco de la convocatoria, y eso sólo se puede conseguir con una presión constante y creciente. Debemos arrastrar a las organizaciones sindicales a una convocatoria que pueda desbordar los cauces establecidos hasta ahora para estas convocatorias, o hacerlo al menos en determinados ámbitos sectoriales o territoriales.

Huelga, o huelgas, como  un punto de llegada pero también de partida: La huelga general es el punto de llegada de un gran esfuerzo organizativo y militante. Pero al mismo tiempo, debe convertirse en el punto de partida de nuevas movilizaciones, en las que se aprovechen la fuerzas reunidas en la movilización.

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